Los amores de viaje a veces duran sólo unos días, quizás menos. Y sin embargo dejan un nombre grabado a un destino que se ha visitado, con la misma fuerza que aquella puesta de sol que te hace enmudecer. Con la misma brevedad, la intensidad con que se mira es proporcional al saber que el espectáculo durará solo unos momentos más… Y con la misma belleza.
(Antes de seguir déjame que te recomiende una canción para escuchar mientras lees el post. Pero sólo para escuchar la música, no te me distraigas, ¿eh?)
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Los amores de viaje
Los amores de viaje se quedan empapados de esa extraña sensación de lo que pudo haber sido, y lo que nunca será. Y uno no sabe bien dónde encajar esa mezcla agridulce, que con el tiempo se vuelve siempre más bonita y amable. Qué hermoso es encontrar lo que no se espera, y aceptar algo que sabes que no puedes retener.
Los amores de viaje son gratuitos porque no pueden ser de otra manera. Si uno fuera capaz de mantener esa visión en su ciudad… Ese contentarse con lo que se ofrezca, el no esperar nada a cambio, el no quedarse mirando al móvil pensando «¿Llamará?»
Uno vuelve a ser como un niño pequeño jugando con cualquier cosa, que lo hace reir y disfrutar como un loco. Simplemente por reir, simplemente porque sí. Completamente libre. Sin futuro, sin expectativas. Aquí y ahora. No existe nada más.
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La soledad del viajero y el amor
La soledad del viajero siempre facilita los encuentros, los de todo tipo. Y no por matar la soledad… Más bien uno cambia cuando viaja en solitario. Uno se transforma en alguien que no conocíamos del todo. Alguien más abierto al mundo desde sus propias ventanas. El viajero solitario no tiene nada ni nadie familiar que le haga comportarse desde lo que traía aprendido y vivido. En cierto modo, viajar en solitario es ser alguien nuevo.
Y desde ese descubrimiento, la curiosidad entra por cualquier resquicio que encuentre. Y uno habla más, uno escucha más. Uno observa más y está más abierto a todo y a todos. Simplemente porque todo es nuevo, incluso el viajero mismo. Y desde esa apertura, a veces también hay un lugar para amores de viaje.
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Sin ser Don Juan ni Matahari…
Yo al menos no soy un Don Juan, ni voy como Casanova saltando de país en país, coleccionando amores de viaje. A veces ocurren, a veces no. Y no todos somos ese tipo de personas abiertas, que hablan hasta con las farolas. O tenemos un imán irresistible, o una belleza especial que hace que la gente se acerque a nosotros sin más.
Pero no hay que ponerse excusas ni barreras uno mismo. Ya es excepcional que ocurra, como para encima ir con actitud acomplejada. Seas hombre o mujer, estar abierto y sonriente es el mejor lenguaje corporal que se puede tener. La casualidad juega un papel fundamental y nunca se sabe por dónde puede venir la sorpresa.
Quizás en una discoteca y alguien que se acerca a bailar junto a ti sospechosamente (esto hace ya tiempo que no me pasa, que asco de edad ja,ja,ja); unas miradas furtivas en el sitio donde te has parado a descansar y tomar algo… Un grupo de gente desconocida que viaja como tu, surge la conversación y decidís volver a quedar, y de entre el grupo… Nunca se sabe.
Y si estás con predisposición pero las casualidades andan despistadas, mira, estamos en el S. XXI y no hay que tener complejos. Existe internet, hay foros, Facebook y aplicaciones para quedar con gente viajera o gente local. A veces lo que comienza como una quedada con un café delante para comentar el viaje y experiencias, o alguien que quiere practicar su inglés o español, acaba muchísimo mejor de lo que uno podía imaginar.
Y os lo aseguro, no hay nada como conocer un lugar a través de alguien local. Y si encima esa persona es tu amante, pues oye, has triunfado como la Coca Cola. Porque como bien dije al principio,
Los amores de viaje dejan un nombre grabado a un destino que se ha visitado, con la misma fuerza que aquella puesta de sol que te hizo enmudecer.
P.D: si te da miedo viajar en solitario, miedo a viajar a Nepal también puede ayudarte. Y ahora que estamos así, que no nos ve nadie… ¿Me cuentas si te ha pasado algo parecido?
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