La estupa de Swayambhunath es uno de los complejos más visitados de Katmandú, formando parte de los lugares Patrimonio de la Humanidad de la capital.
Originado a partir de un santuario sobre el que se construyó la estupa principal, a su alrededor encontramos templos, estupas menores, gompas y santuarios, así como diferentes miradores con espectaculares vistas y algunos comercios. Un bosque sagrado con monos y grandes estatuas completan una visita imprescindible que no falta en los viajes de aventura de Granadino Errante a Nepal.
¿Te animas a visitarla?

Nepalíes arrojando monedas en el estanque de Swayambhunath
- Acceder a Swayambhunath
Si os alojáis en Thamel se puede llegar andando aunque sea un buen paseo. La otra opción es tomar un taxi o pedir en el alojamiento que os llamen a un transporte mediante las apps locales (tipo Uber o Cabify). Las apps de transporte privado en moto o coche se han hecho muy populares en Katmandú, pero son locales y necesitaríais no solo una SIM nepalí, sino saber también el idioma.
Aunque muchas personas llegan en autobuses y taxis al acceso noroeste, junto a los grandes Budhas, ningún peregrino accedería por ahí a no ser que queráis ahorraros las escalinatas.
La entrada principal y la más antigua es en la zona este por Swayhambhu Road, donde nos esperan 365 empinadísimos escalones (sí, tiene relación con los días del año. Es un lugar sagrado, todo tiene simbolismo). Allí nos reciben como no podía ser de otra manera dos leones guardianes. Y algo más adelante dos estatuas de Buda flanquean la subida, junto a varios altares, pequeñas estupas, vendedores de artículos religiosos, de recuerdos, de bebidas, gente pidiendo... Así que ya sabéis, paciencia, "no, gracias" a derecha, "no, gracias" a izquierda y adelante. Arriba todo es más tranquilo y relajado, je,je.
Hay que tomárselo con calma porque ¡la subida tiene su esfuerzo! Cerca del final está la caseta de pago para los turistas. Por suerte bastante más barato que la Plaza Durban y Pashuppatinah.
- La leyenda y el origen de Katmandú.
La estupa de Swayambhunath tiene su origen hace más de 1.500 años. El monte Swayambhu, el que se genera a sí mismo, era apenas una isleta que sobresalía en medio de un lago. En sus aguas crecían lotos cuyas flores tenían un bellísimo color dorado. Y por encima de todos, sobre la isleta, la flor de loto más hermosa de todas relucía como una imagen de perfección.
Así lo soñó el Bodhisattva Manjushri y, deslumbrado por la visión, se puso en camino para encontrarlo. Cuando lo hizo, decidió que los hombres podrían acceder más fácilmente a este lugar si no tuvieran que navegar a través del lago. Así que con su espada abrió una brecha y las aguas se desplazaron, quedando un inmenso valle. En el centro la isleta quedó visible hasta su base, convertida ahora en un monte. Y la cima del loto dorado se convirtió en un lugar de culto.
En ella se levantó la estupa, y los peregrinos que acudían construían cabañas provisionales con maderos del bosque y troncos. Las cabañas se convirtieron en casas, los peregrinos en habitantes, y así nació Katmandú.
Desde entonces este lugar ha sido enriquecido con diversos añadidos, contando con el favor de reyes y lamas. Por ejemplo las dos estructuras cónicas a cada lado de la estupa, fueron erigidas por el rey Pratap Malla en el S. XVII como agradecimiento por su victoria en la campaña contra Tíbet.

La leyenda hinduista de Swayambhunath.
Esto explica por ejemplo la presencia del templo dedicado a Harati Devi, sanadora de la viruela y protectora de los niños, siendo adorada por unos y por otros. Pero sin duda el lugar de culto hinduista más sorprendente, es el refugio de Shantipur. Un pequeño templo con forma cuadrangular sin adorno exterior, en cuyo interior se esconde un laberinto de pasillos y salas subterráneas llenas de peligros y terrores.
Todo para proteger a Shanti Shri, un santón que alcanzó un estado místico de meditación en el S. V dC y continúa allí según el mito. La leyenda dice que en 1658 fue la última vez que alguien consiguió llegar hasta la cámara secreta. Fue el Rey Pratap Malla quien acudió para pedirle ayuda con la falta de lluvias en el reino. El místico le entregó un mandala que, presentado al cielo, trajo por fin el agua. De esta época datan las pinturas interiores que pueden verse en las paredes.

Detalle del alero del templo-
El Templo de los Monos
No existe ningún templo de los monos, es simplemente un nombre turístico. Los Occidentales, como siempre más pragmáticos y simplificando cosas, bautizaron el complejo de Swayambhunath como Templo de los Monos de Katmandú (Monkey Temple). Y no porque este lugar tenga una implicación especial con el dios Hanuman. Simplemente porque hay monos en los bosques de la ladera. Así de fácil, y así de cutre la simplificación, la verdad, je,je.
No hay duda de que los monos son una de las atracciones del lugar, es muy divertido verlos haciendo sus monerías. Pero para los que no tengáis experiencia previa, no debéis olvidar que los animales salvajes son eso, animales salvajes. Y los monos en concreto son cabroncetes, si me permitís la expresión. Si intentáis darles de comer o tocarlos, es bajo vuestra cuenta y riesgo, puede ser una experiencia maravillosa o convertirse en un mal trago…
Los monos no necesitan provocación ni molestia para pasar de divertidos a traviesos o, incluso, peligrosos. Son así y ya está. Lo mismo se ponen a tu lado o se acercan con curiosidad, que intentan robarte la cámara, la gorra, o cualquier cosa que lleves. Pero si los veis tranquilos, sentarse en algún sitio donde no molestes y mirarlos es una gozada.

La estupa de Swayambhunath

La estupa budista, reparada y aumentada a lo largo de los siglos, es el elemento original y más antiguo del complejo. El conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979.
Las estupas tienen un complicado simbolismo en el que se representa lo terrenal (base cuadrada), lo celeste (la cúpula), los pasos a la iluminación (la aguja) y la propia iluminación en el remate.
En Swayambhunath además, se incorporan una serie de capillas o altares en la base. Contienen diferentes deidades y manifestaciones del Buda, y representan tanto los puntos cardinales como los elementos y otras simbologías orientales vinculadas al número 5.
A todo alrededor del perímetro se hizo una serie de ruedas de oración, que deben ser recorridas en el sentido de las agujas del reloj. El budismo no es una religión excluyente, y los extranjeros podemos hacer girar las ruedas, siempre con actitud respetuosa y siguiendo el sentido descrito.
La base de la aguja tiene, mirando a cada dirección, los ojos del Buda . Y bajo ellos el símbolo nepalí para el número 1, significando la unidad de todas las cosas.
Se dice que para dorar el metal de las capillas y la aguja, se necesitaron ¡40 kg de oro!
Las vistas de Katmandú y su valle.

Otro de los alicientes de la estupa de Swayambhunath son las impresionantes vistas de Katmandú y el valle que se tienen desde allí. Lo cierto es que apenas puede distinguirse una parte llana que no esté ocupada por casas, hasta donde se ve.
Una buena opción es acudir sobre las 3-4 pm. para escuchar el canto de los monjes, y ver atardecer desde lo alto. Teniendo en cuenta que en Katmandú anochece temprano, se puede disfrutar de las dos cosas.
Justo junto a las escaleras principales hay un estupendo mirador que da hacia el este de la ciudad. Por la parte opuesta hay otras escaleras que comunican con la entrada de vehículos, con excelentes vistas al suroeste.
Es fácil quedarse allí un buen rato contemplando, si no hay demasiada gente. El ruido y el ajetreo de la ciudad parecen algo imposible. La locura de la capital es muy intensa (Katmandú: la calle como espectáculo.), pero este es otro mundo ajeno a todo ese estrés.
El resto del complejo
Siguiendo los diferentes caminos (escaleras y más escaleras, je,je) podéis visitar el resto del lugar. Estupas menores, estatuas de Buda y un estanque ceremonial completan el centro religioso, de manera que es fácil pasar un par de horas mirando por aquí y por allá.
El poblado de Swayambhunath

En la cima no vais a encontrar sólo altares, templos y estupas. La afluencia de peregrinos y turistas crearon un pequeño pueblo alrededor del culto, con su monasterio budista, hostales, tiendas y sitios donde comer o tomar algo.
Las construcciones son en su mayoría antiguas, ejemplos de la preciosa arquitectura newar, así que resulta bastante bonito. Destacan especialmente las tiendas de artículos religiosos, con máscaras y objetos de buena calidad.
Aunque personalmente no sea mi lugar favorito del Valle de Katmandú, desde luego es uno de los sitios que hay que visitar. La arquitectura, las vistas, el ambiente…
Todo merece la pena en la estupa de Swayambhunath.
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