[vc_row][vc_column][vc_single_image image=»3029″ img_size=»full» add_caption=»yes» alignment=»center»][vc_separator color=»green»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]El mar de plásticos de Almería se hizo famoso por alguna fotografía de la NASA, pero sobre todo por una exitosa serie de televisión. Por motivos de trabajo estuve 11 días en El Ejido y pude entrever parte de las realidades que esconde este tremendo mar, tan productivo como feo.
No hay duda de que los cultivos en invernadero han traído la prosperidad a muchas familias, y dan mano de obra. Incluso en muchos casos suponen toda una investigación de alta tecnología, tanto en los cultivos hidropónicos como en la selección genética de especies.
Pero es innegable que supone una imagen inquietante, esas miles de hectáreas plastificadas que desde fuera hacen más desolador el paisaje desértico de la zona.
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Una realidad bipolar.
Ni la riqueza ni el verdor que crece bajo los invernaderos se transmite fuera de ellos. En la zona se atisba una sociedad fuertemente dividida, con una enorme presencia de trabajadores africanos (tanto del Magreb como de los países subsaharianos) que ocupan barrios enteros.
Después están los españoles, divididos a su vez entre los que tienen los medios y los que trabajan para ellos. Pueblos que han prosperado de la noche a la mañana, y que apenas se demuestran en algo más que en los coches, algunas casas o equipamientos municipales.
No hay vida cultural, no hay movimiento, no hay casi vida social. Las calles de El Ejido permanecen solitarias a partir de la puesta de sol, sólo animadas por los grupos de inmigrantes que gustan de juntarse a hablar en los bancos y puertas. Los españoles ocupan algunas terrazas y bares; pero no se encuentra una zona con vida social, las parejas y grupos de amigos no pasean por la calle.
Hay dónde ganar dinero, pero no hay nada que hacer con él. Y a cambio se está formando una sociedad muy dividida, en la que la inmigración se ve como algo ajeno. Podrían contratarse españoles, pensarán algunos. Pero entonces tendrían que pagarse seguros sociales y salarios más dignos; porque es evidente que muchos de los trabajadores africanos, trabajan bajo cuerda y en negro. Los empresarios que se aprovechan de estas circunstancias, que de seguro no son todos pero los hay, deberían plantearse su responsabilidad.
Como blog de viajes no puedo recomendar esta costa de la Provincia de Almería. Para buscar playas acudid mejor al Cabo de Gata y toda la costa de Mojácar y Vera. Porque si hubiera que ilustrar un ejemplo de que el dinero no compra la felicidad, este mar de plásticos sería uno perfecto.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
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